Cuida tu salud naturalmente.

Cuida tu salud naturalmente.
Conde Indiano

sábado, 4 de agosto de 2012

Previene la arteritis temporal ,craneal.


Me preguntan bastantes veces lo siguiente :  a veces noto como se me inflaman las arterias ¿ podría tomar algo natural para evitar este problema ?.

No os preocupéis , mi abuelo siempre decía  que para esto lo mejor era lo siguiente:


 Tomar : 2 Capsulas de Ginkgo Biloba por la mañana después del desayuno y 2 capsulas de Ginkgo Biloba después de la cena.

Duración del tratamiento 3 meses.

Mantenimiento : 2 capsulas de Ginkgo Biloba después de la cena. 

 

 

Ginkgo

Ginkgo biloba L.


Mejorar el riego cerebral

Descripción:

El ginkgo es un árbol originario de China y Japón que cuenta con más de 200 millones de años. Además de ser el único superviviente de todos los cambios climáticos y geológicos acontecidos en la tierra, ha resistido a las contaminaciones más graves del siglo XX, en particular, a la bomba atómica de Hiroshima.

 

 Propiedades:

La acción del ginkgo parece estar relacionada con la sinergia entre sus diferentes compuestos. Se ha revelado especialmente eficaz en el alivio de los problemas circulatorios, pues sus principios activos permiten dilatar las arterias, las venas y los capilares, así como mejorar la microcirculación y la viscoelasticidad de la sangre, previniendo así la formación de coágulos. Diversos estudios han demostrado un beneficioso efecto sobre la memoria y las facultades de aprendizaje, al aumentar la circulación cerebral y, por tanto, el aporte de oxígeno y nutrientes esenciales. Está especialmente recomendado para el tratamiento de los problemas de memoria y la alteración de las funciones cognitivas asociadas al envejecimiento. También induce una estimulación en la síntesis de dopamina, ayudando a tratar los problemas del equilibrio.


Trastornos circulatorios cerebrales. Envejecimiento (antioxidante):arteritis, vértigos, varices, hemorroides.

 

Arteritis temporal

Es una inflamación y daño a los vasos sanguíneos que irrigan el área de la cabeza, en particular las arterias grandes y medianas que se ramifican desde el cuello e irrigan el área temporal.

 

Si la inflamación afecta las arterias en el cuello, la parte superior del cuerpo y los brazos, se denomina arteritis de células gigantes.

Causas, incidencia y factores de riesgo

La arteritis temporal, craneal o de células gigantes ocurre cuando una o más arterias resultan inflamadas, hinchadas y sensibles.

La arteritis temporal se presenta con más frecuencia en la cabeza, en especial en las arterias temporales que se ramifican desde un vaso sanguíneo en el cuello llamado arteria carótida. Sin embargo, esta enfermedad puede afectar cualquier arteria grande y mediana en cualquier parte del cuerpo.

La causa se desconoce, pero se cree que se debe en parte a una respuesta inmunitaria defectuosa. El trastorno se ha asociado con infecciones graves y el uso de dosis altas de antibióticos.

Este trastorno se puede desarrollar junto con o después de una polimialgia reumática. La arteritis de células gigantes se observa casi siempre en personas de más de 50 años, pero se puede presentar algunas veces en personas más jóvenes. Es poco común en personas de origen africano y hay alguna evidencia de que es hereditaria.

 

 

Síntomas

  • Sudoración excesiva.
  • Fiebre.
  • Sensación de malestar general.
  • Dolor en la mandíbula, intermitente o al masticar.
  • Inapetencia.
  • Dolores musculares.
  • Dolor y rigidez en el cuello, la parte superior de los brazos, el hombro y las caderas.
  • Dolor de cabeza pulsátil en un lado o en la parte posterior de la cabeza.
  • Sensibilidad del cuero cabelludo, sensibilidad al tocarlo.
  • Dificultades en la visión:
    • visión borrosa
    • visión doble
    • visión reducida (ceguera en uno o ambos ojos)
  • Debilidad, cansancio excesivo.

 

 

Pérdida de peso (más del 5% del peso corporal total).

 

Otros síntomas que pueden ocurrir con esta enfermedad son:

 

Encías sangrantes.

Dolor facial.

Hipoacusia.

Rigidez articular.

Dolor articularÚlceras bucales.

 


Alrededor del 40% de las personas presentarán otros síntomas inespecíficos tales como molestias respiratorias (más frecuentemente tos seca) o debilidad o dolor a lo largo de muchas áreas de nervios. Rara vez, se puede presentar parálisis de los músculos del ojo y es posible que el único síntoma sea una fiebre persistente.





No te Olvides: Tomar : 2 Capsulas de Ginkgo Biloba por la mañana después del desayuno y 2 capsulas de Ginkgo Biloba después de la cena.

Duración del tratamiento 3 meses.

Mantenimiento : 2 capsulas de Ginkgo Biloba después de la cena.

 

 Mi abuelo siempre decía la arteritis es un problema que acusan muchas veces las personas que se dedican a la política.

Un político  ilustre fue D. Emilio Castelar ( era un patriota).

 

Político español, último presidente de la Primera República (Cádiz, 1832 - San Pedro del Pinatar, Murcia, 1899). Tras estudiar Derecho y Filosofía en la Universidad de Madrid, obtuvo una cátedra de Historia Filosófica y Crítica de España (1857) y se dedicó a la lucha política, canalizada a través del periodismo (pasó por varios periódicos hasta fundar el suyo propio en 1864: La Democracia). Defendía un republicanismo democrático y liberal, que le enfrentaba a la tendencia más socializante de Pi y Margall.


Desde esas posiciones luchó tenazmente contra el régimen de Isabel II, llegando a criticar directamente la conducta de la reina en su artículo «El rasgo» (1865). En represalia por aquel escrito fue cesado de su cátedra, arrastrando en su caída al rector de la Universidad de Madrid; las protestas estudiantiles contra su cese fueron reprimidas por el gobierno de forma sangrienta (la «Noche de San Daniel»). Luego intervino en la frustrada insurrección del Cuartel de San Gil de 1866, también reprimida por el gobierno; consiguió huir a Francia al tiempo que recaía sobre él una condena a muerte.
Participó en la Revolución de 1868 que destronó a Isabel II, pero no consiguió que condujera a la proclamación de la República. Fue diputado en las inmediatas Cortes constituyentes, en las que destacó por su capacidad oratoria, especialmente a raíz de su defensa de la libertad de cultos (1869).

Así, en la sesión del Congreso del 12 de abril de 1869, al discutirse la cuestión religiosa, defendiendo la libertad de conciencia replicó al diputado tradicionalista Vicente Monterola pronunciando el discurso más arrebatador de su vida que terminó como sigue:


“Grande es Dios en el Sinaí…; el trueno le precede, el rayo le acompaña, la luz le envuelve, la tierra tiembla, los montes se desgajan… Pero hay un Dios más grande, más grande todavía, que no el majestuoso Dios del Sinaí, sino el humilde Dios del Calvario, clavado en una cruz, herido, yerto, coronado de espinas, con la hiel en los labios y, sin embargo, diciendo: ¡Padre mío, perdónalos, perdona a mis verdugos, perdona a mis perseguidores, porqué no saben lo que hacen!. Grande es la religión del poder, pero es mas grande la religión del amor; grande es la religión de la justicia implacable, pero es más grande la religión del perdón misericordioso, y yo, en nombre de esta religión, yo, en nombre del Evangelio, vengo aquí a pediros que escribáis al frente de vuestro código fundamental la libertad religiosa, es decir libertad, fraternidad, igualdad entre todos los hombres”.

Desde que accedió al Congreso, Castelar, emprendió una autentica cruzada en defensa de las doctrinas abolicionistas. El 21 de junio de 1870, pronunció un discurso del que merecen destacarse los siguientes párrafos:
“Como la tierra de la libertad concluía en las Islas Canarias, y cuando comenzaba el Nuevo Mundo español, comenzaban los dominios del absolutismo que ningún pueblo puede soportar sin gangrenarse; nunca reconocisteis el derecho de verse aquí representados a nuestros esclavos, y cuando nosotros pedimos que se reconociera en los mas desgraciados de todos ellos un derecho que no deben a nadie, que recibieron de la misma naturaleza, proclamáis vuestra incompetencia y pedís que vengan los blancos a decidir la suerte de los negros; que vengan los amos a decidir la suerte de los esclavos, ¡ah! De los esclavos, libres sin ellos y sin nosotros; libres a pesar de ellos y a pesar de nosotros; libres contra ellos y contra nosotros; libres por hijos de Dios, por soberanos en la naturaleza, por miembros de la humanidad; y todo poder que desconozca esos derechos primordiales, sea cualquiera la ley o el pretexto que invoque, comete el asesinato de las conciencias, el asesinato de las almas; crimen que castiga la cólera celeste y que se purga con una eterna infamia en el eterno infierno de la historia…
¡Señores diputados! La propiedad supone “cosa apropiada”. Probadme que el negro es una “cosa”, probadme que es como vuestro arado, como el terrón de vuestra tierra, que no tiene personalidad, ni alma, ni conciencia. La propiedad es jus utendi et abutendi. Luego, ¿podéis usar y abusar del esclavo? Luego, ¿podéis usar y abusar a vuestro antojo de una imagen divina, de una naturaleza moral, del alma, de la conciencia, del derecho? Si un hombre puede ser objeto de propiedad, todos los hombres pueden ser objeto de propiedad.
Mi principio es la humanidad y el derecho humano. Mi idea fundamental es la justicia. Veo en cada hombre la dignidad de toda nuestra especie”.

 Siguió defendiendo la opción republicana dentro y fuera de las Cortes hasta que la abdicación de Amadeo de Saboya provocó la proclamación de la República (1873).
Durante el primer gobierno republicano, presidido por Estanislao Figueras, ocupó la cartera de Estado, desde la que adoptó medidas como la eliminación de los títulos nobiliarios o la abolición de la esclavitud en Puerto Rico. Pero el régimen por el que tanto había luchado se descomponía rápidamente, desgarrado por las disensiones ideológicas entre sus líderes, aislado por la hostilidad de la Iglesia, la nobleza, el ejército y las clases acomodadas, y acosado por la insurrección cantonal, la reanudación de la Guerra Carlista y el recrudecimiento de la rebelión independentista en Cuba.
La Presidencia fue pasando de mano en mano -de Figueras a Pi y Margall en junio y de éste a Salmerón en julio- hasta llegar a Castelar en septiembre. Para tratar de salvar el régimen disolvió las Cortes y actuó con la diligencia de un dictador, movilizando hombres y recursos y encargando el mando de las operaciones a militares profesionales, aunque de dudosa fidelidad a la República.
Cuando se reanudaron las sesiones de Cortes a comienzos de 1874, Castelar presentó su dimisión tras perder una votación parlamentaria, lo cual determinó la inmediata intervención del general Pavía, que dio un golpe de Estado disolviendo las Cortes y creando un vacío de poder que aprovechó el general Serrano para autoproclamarse presidente del Poder Ejecutivo. Liquidada así la Primera República, el pronunciamiento de Martínez Campos vino a restablecer la Monarquía proclamando rey a Alfonso XII.


Tras regresar de un largo viaje por el extranjero, Castelar volvió a la política, encarnando en las Cortes de la Restauración la opción de los republicanos «posibilistas» que aspiraban a democratizar el régimen desde dentro; cuando, en los años noventa, se aprobaron las leyes del jurado y del sufragio universal, Castelar se retiró de la vida política, aconsejando a sus partidarios la integración en el Partido Liberal de Sagasta (1893).


Castelar murió en San Pedro del Pinatar (Murcia) el 25 de mayo de 1899. El cadáver estuvo expuesto al público en el Congreso desfilando ante el catafalco infinidad de personas de todas las clases sociales. Su entierro fue una demostración de duelo nacional.
La revista Blanco y Negro cerraba su número del lunes 29 de mayo de 1899 con estos emotivos párrafos:
“Durante todo el día del domingo, la concurrencia ha sido extraordinaria. Medio Madrid ha ido a ver a Castelar tendido junto al lugar de sus grandes triunfos, en sitio bien cercano a aquel en donde ha obtenido tan señaladas victorias.
Quien en el Parlamento deslumbró por su palabra y divina elocuencia, ha ido al Parlamento como resto inanimado. Constantemente visitado su féretro, por los que le admiraron en vida y bendicen su recuerdo después de muerto, un póstumo tributo al esclarecido patriota, era, en la tarde del domingo, interminable: ocupaba la Carrera de San Jerónimo, el Salón del Prado y buena parte de la calle de Alcalá, dando la vuelta por el Banco de España.
Dios acoja en su seno a quien ha sabido despertar de tal suerte la admiración de sus conciudadanos”