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Conde Indiano

domingo, 3 de julio de 2011

Para ahuyentar el mal de ojo los romanos..









La  Dieta de los antiguos Romanos

Un gran depósito de excrementos encontrado cerca de la ciudad de Nápoles (Italia) permitirá conocer la dieta de los pobladores del antiguo imperio romano, según han anunciado arqueólogos italianos. Las evidencias de lo que se acostumbraba a comer en esa época fueron descubiertas en una enorme coladera, hallada durante las excavaciones que se realizaron debajo de la ciudad romana de Herculano.

Los primeros análisis revelan que en Herculano, arrasada junto a Pompeya tras la erupción del volcán Vesubio, solían comer
erizos de mar, higos, lirones, pescado, Alcachofas , aceitunas y huevos, ha afirmado el equipo de investigadores. La mayor sorpresa para los científicos ha sido poder encontrar en una cloaca, sepultada desde hace 2000 años bajo el flujo piroclástico que escupió el Vesubio, restos en estado de análisis factible y que arrojen datos tan esclarecedores.



Para ahuyentar el mal de ojo los romanos colocaban en la entrada de los hogares estas tintinnabula, unas campanillas con aspecto fálico. El órgano masculino era considerado un talismán de fertilidad y prosperidad, y servía además para alejar los malos espíritus. El ruido emitido por una campanilla también se consideraba un poderoso hechizo que atraía el favor de los buenos dioses. Por eso, la combinación de ambos objetos convertía el tintinnabulum en un guardián muy deseado, que también solía colgarse del cuello de algunos bebés.

Muchas de estas campanillas aparecieron entre los vestigios de Pompeya, pero su connotación sexual llevó a que, durante años, hayan estado recluidas en el llamado “gabinete secreto” del Museo de Nápoles, al que sólo se accedía con permisos especiales.







Los romanos, tan exquisitos en las artes culinarias, instauraron el hábito de comer acostados como símbolo de distinción social. Cuando un señor adinerado o poderoso recibía en casa, los invitados debían despojarse de sus sandalias y cambiar sus vestiduras por otras más cómodas. Esta costumbre condicionó la decoración de los comedores de la época imperial y también la organización de los banquetes. Hubo que reducir el número de comensales y las mesas pasaron a construirse cuadradas con lechos adosados en tres de sus lados. El cuarto quedaba libre para permitir los movimientos del servicio.


Crestomatía del Conde Yndiano de Ballabriga
 4 de Julio 2011.


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