Las
pesadillas, tal como define la Dra. Merino, son ensoñaciones de contenido
extremadamente desagradable (supervivencia, seguridad o integridad física
propia o de seres queridos) que son recordadas al despertar, que causan
«incomodidad», «molestia» o «malestar y que, si aparecen de forma recurrente,
constituyen un trastorno de sueño.
Su función o sentido, no obstante, sigue
siendo objeto de estudio. Una hipótesis que se cita a menudo es la que planteó
hace casi 20 años el neurocientífico cognitivo y psicólogo finlandés Antti Revonsuo,
quien sugirió que la función biológica del sueño consistía en «simular eventos
amenazantes y ensayar la percepción y la evitación de amenazas en un entorno
más seguro que la vida de vigilia».
En
la actualidad existen hipótesis, tal como explica el Dr. Larrosa, que llevan a
pensar que las pesadillas frecuentes aparecen debido a la «alta activación del
temor y las respuestas emocionales durante el sueño provocada por la excesiva
disfunción reactiva de ciertos circuitos neuronales», mientras que las
pesadillas ocasionales, según aclara el experto, tienen una capacidad
reguladora de las emociones.
Sobre la posibilidad de que fueran un «simulacro»
de la vida de vigilia, el experto opina que solo en el caso de que fueran
ocasionales o temporales podrían contribuir a mejorar la adaptación ante esas
situaciones cuando la persona esté despierta.
Para la Dra. Merino, sin embargo, las
pesadillas no cumplen una función específica, si bien señala lo que sugiere la
neurociencia que atribuye a las ensoñaciones la capacidad de consolidar
la memoria, favorecer
el aprendizaje,
contribuir a la maduración cerebral, regenerar
neurotransmisores e
intervenir en los procesos en los que un sujeto tiene conciencia de sí mismo y
del entorno.
CRESTOMATÍA DEL CONDE YNDIANO DE BALLABRIGA
Diario ABC España
22.4.2020
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