Cuida tu salud naturalmente.

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Conde Indiano

domingo, 29 de junio de 2014

Valladolid “ El Sueño de un Viajero IV “ . José Manuel Pozo Indiano



El color de la luz en la eternidad del paisaje y en el recuerdo
del corazón… ¡ay!, hermosas vías de Pucela, dulce como
aire de hojaldre.
Y continuamos en el tranvía de la vida por los raíles de la memoria.




Anaqueles históricos, pinturas del alma. Con meridiana
claridad mi entrañable amiga dice, que, una buena literatura es de
gran utilidad para saber defender o vender una idea, a lo que tengo
que añadir, que también lo es para: comunicar, conmover, deslumbrar,
estremecer, inspirar, enamorar, seducir…, en definitiva,
es saber convertir eficientemente la
palabra en arte, es hacer uso y manejo
adecuado de la palabra, y si
quedara escrito mejor que mejor.


Tras este reflexivo alto, continuaremos
nuestro itinerario por las arterias
de Pucela y quedaremos
subyugados ante la esplendida belleza
de sus fachadas barrocas de
San Pablo y del colegio de San Gregorio.
Decía San Agustín que hay
que tener los ojos limpios para ver
las cosas con claridad y dice mi
amiga con su impecable buen decir
-y sino se tienen limpios se hace uso
de un buen colirio- para recrear la
mirada ante Nuestra Señora de la
Antigua, fundada por el Conde Ansúrez,
primer señor de Valladolid. De la Vera Cruz, de San Benito,
de San Miguel, de las Angustias, de la Magdalena, del
Salvador y además los conventos, el palacio de Santa Cruz, la casa
del Sol, la Universidad… Y no puedo concluir este luengo viaje
sin hacer mención del singular D. Juan de Arfe, escultor de oro y
plata, nacido en León, pero fueron muchos los años vividos en la
bendita ciudad del Pisuerga, en la que dejó constancia de su buen
hacer en la orfebrería de la Custodia de la Catedral.


En tanto que esto y hablando de orfebrería quiso la buena
suerte que me viniese a la memoria la Cruz Procesional de la Colegiata
de Osuna (el pequeño Escorial), que como sabréis fue realizada
en Valladolid por Pedro de Rabadeo a finales del siglo XV,
admirable obra, pues se trata de una de las últimas cruces góticas
que se conservan en España además de una de las más importantes
por la gran riqueza de su decoración.
Un viajero de principios del siglo XX escribió: algún día volveré
a Valladolid. ¡Ojalá sea la misma!.


Tomé nota de aquel viajero y volví, era otoño tardío, hace frío,
pero frío seco, llegué desde Salamanca donde había pasado unos
días inolvidables disfrutando de sus monumentos y de una excelente
gastronomía y, sobre todo, de lo más definitivo de esta tierra:
la rigurosa cordialidad de su gente, una vez más quedé
prendado de la sencillez y la grandeza de Salamanca. Llegué a
Valladolid temprano, en la gélida estación de autobuses me esperaba
mi amiga embajadora en Pucela; allí estaba recta como un
junco, orgullosa con la bufanda del Sevilla F.C. en confesión pública
de su inclinación deportiva, de lo que puedo dar indubitada
fe, tras los respetuosos y afectivos saludos le comuniqué mi especial
interés por visitar la casa donde vivió Cervantes y la casa
donde falleció Colón. Así que, sin más dilación, para mejor rentabilizar
el tiempo fuimos directamente a la casa donde vivió Cervantes
y su familia a comienzos del siglo XVII, en el Rastro
Nuevo de los Carneros. Y así, perplejo y pensativo, en fin puesto
es esta historia que da vida a las frías piedras de la memoria, nos
trasladamos a la época del escritor; veréis…


Era Valladolid desde 1601 sede de la Corte de Felipe
III y Margarita de Austria. No sabemos que había traído aquí a
Cervantes, y su estancia fue breve de 1604 a 1606, pero coincidió
con uno de los momentos decisivos de su vida. Por el azar de un
desgraciado suceso, el asesinato de Don Gaspar de Ezpeleta, ocurrido
en la noche del 27 al 28 de
junio de 1605 delante de esta
misma casa, se sabe que fue aquí
donde vivió Cervantes junto con su
hija Isabel y con Catalina, su mujer,
sus hermanas Magdalena y Andrea,
Constanza hija de esta y una criada,
María de Cevallos.




Los documentos del proceso,
hallados a fines del siglo XVIII en
el Archivo de la Cárcel de la Corte
de Madrid, publicados en extracto
por Juan Antonio Pellicer en su edición
de El Quijote de 1797 y luego
reproducidos en 1819 por Martín
Fernández de Navarrete, permitirán
más adelante identificar la
casa, y nos dejaran de paso un relato novelesco del episodio, así
como de los entuertos y agravios que tuvo que sufrir el escritor
junto con su familia.




En esta Casa-Museo que es un homenaje al príncipe de los ingenios
encontramos una carta facsímil en la que Cervantes da
cuenta de su trabajo como recaudador de impuestos; el estrado, o
habitación dedicada a las mujeres donde trabajaban o charlaban
sentadas sobre almohadones o ruedas de esparto colocadas sobre
una tarima (costumbre de origen musulmán); el aposento, de la
estancia permite imaginar a Miguel de Cervantes escribiendo “El
Licenciado” o “El coloquio de los perros”, novelas por las que
desfilan personajes y paisajes de vida local, o corrigiendo pruebas
de imprenta de la primera parte del Quijote, publicada mientras él
vivía en esta casa , y preparando su segunda parte; unida al referido
aposento o escritorio se halla la alcoba, de reducidas dimensiones
y carente de ventilación e iluminación directas, como era
habitual en la época. La cama, con dosel y cortinas se ajusta a la
documentación en la dote de doña Catalina, esposa del escritor, y
a la tipología más usada entonces. Una pequeña estancia –la alcobilla-
que probablemente fuera utilizada para dormir, pues en el
piso convivían seis o siete personas. Y de la alcobilla al comedor,
amueblan esta sala una alacena, la mesa de comer y algunas sillas
y sillones, cuentan que en el origen sirvió de dormitorio. Y la cocina,
presenta el tipo castellano con una gran campana para la chimenea,
y bancos corridos a los lados de aspecto sobrio y acogedor
a la vez, en ella los enseres de la época: alacena, morillos, tinajas
de barro para el agua y el aceite, vasijas de cobre, candiles, cerámica…
en definitiva, la casa sin ser rica, seguramente sobrepasaría
la modestia del hogar cervantino, modestia de un gran hombre,
que dejó en sus escritos la insuperable plasticidad de su lenguaje.

José Manuel Pozo Indiano
Continuara



         

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domingo, 22 de junio de 2014

Valladolid “ El Sueño de un Viajero III “. José Manuel Pozo Indiano

Jardines del recuerdo en los callejones de la memoria,
edenes de rosas blancas en amaneceres de miel y canela que
abren las puertas de un nuevo día, como si se tratara de una
flor desgranada que sobre Pucela va derramando pétalos del
alba que darán paso y recibirán a la luz de la aurora preludio
del primer sol de la mañana, y con este sol blando nos
trasladamos al monasterio de Santa María la Real de las
Huelgas, donde enterrada está su fundadora, la reina Dª
María de Molina, fallecida en 1321. Dª María de Molina,
como no podía ser de otro modo nació donde tenía que
nacer, en Valladolid, allá por 1265; hija del infante Alfonso
(hermano de Fernando III) y de Mayor Alfonso de Meneses;
contrajo matrimonio con Sancho
IV el Bravo, por tanto es prima y
nuera de Alfonso X el Sabio;
madre de Fernando IV el Emplazado;
abuela de Alfonso XI el
Justiciero y bisabuela del rey
Don Pedro I de Castilla y Enrique
II de Trastámara…. reyes de
los reinos de León y Castilla en
los siglos XIII y XIV.
¡Ay¡ de aquellos reinos de
nobles en sus castillos, con sus
intrigas, conspiraciones, guerras
con los musulmanes y más
cosas…


Me contaron que hubo un escritor,
un maestro de escuela del
siglo pasado que escribía:
Castillos de Castilla, castellanos
señores de horca y cuchillo,
guarida de soldados y bandidos,
vigilantes de campos aguerridos
lisos como la palma de la mano.
Castillos de Castilla, castellanos.




Castillo de la Mota, y una mota en Castilla no es otra
cosa que un montículo en mitad de un llano.
En Medina del Campo, el castillo de la Mota, el muy
fuerte y famoso, aquí en esta población murió la Reina Isabel
la Católica y aquí se inventó la letra de cambio.
Medina de Rioseco o ciudad de Rioseco o río con poca
agua. Y Olmedo, tan principal para los caballeros castellanos.







Era de este lugar aquel caballero de quien Lope de
Vega escribió: Gala de Medina y flor de Olmedo.
Al día siguiente y último de mi estancia en Valladolid,
el Real Archivo de Simancas me esperaba inmóvil para ser
contemplado. Simancas de origen árabe, con misión de defender
y que hoy conserva el Real Archivo Histórico Nacional,
miles de documentos que testifican la historia de
España.




La historia que da nombre a la villa, según la leyenda
popular tiene su origen, en el reclamo que un jefe musulmán
hizo, al solicitar mujeres castellanas a cambio de abandonar
la villa. Pero dichas mujeres prefirieron cortarse una mano
antes que ser esclavas de dicho musulmán, el invasor respondería:
“Si mancas me las dais, mancas no las quiero”.

No obstante, el verdadero origen etimológico del término
Simanca, proviene de la nominación “septimanca” o séptima
vía romana (de Emérita a Caesar-Augusta).
Atravesando a continuación toda la ciudad, el destino
nos condujo a Fuentesaldaña, donde aún se conserva el Castillo
de la época feudal, que hoy es sede autonómica de Castilla-
León.





La tarde que aún permanecía calurosa, nos llevó a contemplar
por última vez, la Virgen de las Angustias, que en
un nuevo recorrido, nos acercó a visitar la famosa iglesia
de San Martín, cuyo interior del
siglo XVII alberga una Quinta
Angustia de Gregorio Hernández
al igual que en la iglesia de
la Cruz, donde reside el “Descendimiento”
del mismo artista.

Realmente Valladolid es
como cantaron sus viejos teólogos
alma y cuerpo. El cuerpo
decían, que por naturaleza
tiende al goce y la disipación, el
alma vallisoletana no, y así van
las buenas gentes de Valladolid
que lo mismo gozan que se
mortifican, cuando hacen esto
último, veneran vírgenes dolorosas,
cristos atados y flagelados,
cadáveres yacentes, Madres de Angustias únicas.

Todos tenemos debilidades y mi gran debilidad castellana es
la Madre de las Angustias, por lo que entiendo se me va a
aceptar, que eche ancla, en el mar de mis sentimientos pucelanos.
¡Qué gran fuerza expresiva! ¡qué influencia miguelangelesca!
¡qué maravillosa definición en las gubias de
Juan de Juni! (1507 +Valladolid 1577).

Veréis; Angustias es toda una mujer ¿cincuenta años?.
Puede que largos. Su rostro es ancho, curtido, de mujer de
aldea castellana. Ha sufrido mucho antes de ahora. Ha debido
llorar muchas veces cuando joven. Ahora no llora, pero
la amargura ha hecho profundo ese surco que baja desde
sus ojos. Ella no mira a la tierra porque lo ha visto todo.
Sus ojos conectan directamente con el cielo. Para lograr
verle los ojos tenemos que subirnos más altos que ella, ponernos
justamente a la altura de Dios. Todo es profunda serenidad
dentro del dolor trágico, que nada se oiga en torno
a Angustias. Está hablando con Dios. Que calle todo lo
demás.



Qué maravillosa imaginería barroca, cuánto refleja todo
este profundo dolor del alma castellana en Valladolid. Me
dicen que por Semana Santa esto se puede ver en todo su realismo,
pero creo que no hace falta ir a Valladolid en Semana
Santa, cualquier momento es bueno para paladear el
pasado y el presente de esta ciudad, para deleitarse en todos
sus tesoros. Ver por dentro y por fuera su Catedral inconclusa,
que no tiene más que una torre de las cuatro que
debió tener, su Plaza Mayor, aquellos lugares donde murió
Colón, nació Zorrilla y vivió Cervantes

José Manuel Pozo Indiano
Continuara




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sábado, 14 de junio de 2014

Valladolid “ El Sueño de un Viajero II” . José Manuel Pozo Indiano

Después de andar lo
nuestro y algo más de añadido, sin parar
de mirar, y es curioso que, mires para
donde mires será imposible el olvido, así
que, callejeando por la historia llegamos
al centro de la Plaza Mayor, allí todo parece
tener una pátina especial que va envejeciéndola,
y ya no sé, si una pátina o
un mejunje de almanaques sepias y todo
al gusto de Pucela, viejo, antiguo, rancio,
hondo, muy hondo … como si necesitara
vivir sobre sus siglos, caminar por ellos y
hacerse tan vieja como ellos. Valladolid
no necesita hundir los pies en la historia,
su historia de rancio abolengo siempre es
memoria traída al presente. Nada en Valladolid
es nuevo ¿por qué?, pues porque
Valladolid es un molde en el tiempo.



En esto hicimos una parada para tomar
un café y reflejar de manera adecuada
aquellos matices de la conversación, dije
a mi amiga: –¡sabes!– no debemos olvidar,
que escribir es la manera más profunda
de leer la vida; y te ahonda y hace
que te conozcas mejor y te lleva a descubrir
el mejor camino por donde transitan
las palabras y los ricos significados
de los que son portadoras.





Tras la breve pausa reanudamos
nuestro caminar hasta llegar a la esquina
donde perenne habita la ventana, por
donde según la leyenda se sacó al Rey
Felipe II para ser bautizado en la iglesia
de San Pablo, referida anteriormente. Y
continuando con el Rey, no debe quedar
sin mención, que aquí falleció en 1545
María Manuela de Portugal, la primera
esposa del entonces Príncipe de Asturias.
El prestigioso hispanista Geoffrey
Parker, como uno de los principales expertos
en Felipe II, escribe que una de las
grandes calamidades que sufrió España
sobre 1590 hicieron que en Valladolid fallecieran
6000 personas por la peste,
cuando la población contaba 36000 habitantes.



Pucela… siempre Pucela (término
por el que tanta debilidad sienten
los comentaristas deportivos). El reloj
…. siempre el reloj marcando tus horas,
mientras tanto tú pareces permanecer
fuera del tic-tac que nos destruye con la
carcoma del tiempo.

Mi morigerada amiga ahora me apunta
la boda de Carlos II (último de los Austrias
españoles) con Mariana de Neoburgo,
celebrada el 14 de mayo de 1690
en el convento de San Diego, dentro del
conjunto del Palacio Real de Valladolid.
Y sumergiéndonos aún más en la historia,
no debo dejar sin mencionar, por lo significativo
y trascendente, aquel enlace
matrimonial, que une por alianzas a los
reinos de Castilla y León, veréis, para
ello nos trasladamos a las postrimerías
del siglo XII, en el día 17 de diciembre
del año 1197 se realiza la unión sagrada
del matrimonio entre Alfonso IX de León
y Berenguela I de Castilla (padres del rey
Fernando III el Santo, rey de Castilla
1217-1252 y rey de León 1230-1252),
todo ello ante las Cortes castellanas y leonesas
que rivalizaban en ostentación y
con jolgorio del pueblo soberano que se
veía gratificado con fiestas populares,
aquello debió ser como un tarro de miel
para mercaderes, escribanos, comerciantes,
viajeros, aventureros, pícaros…



Después de esta parada y fonda histórica
proseguiremos nuestro caminar hasta
el colegio de San Gregorio, construido
entre 1488 y 1496 con la colaboración de
Juan Guas y Simón de Colonia. Posee una
fantástica fachada telón cubierta por un
abigarrado y bien labrado conjunto de esculturas
con formas vegetales, trenzados
de cestería, salvajes niños desnudos y en
el centro un árbol alegórico, que ostenta
motivos heráldicos de los Reyes Católicos
en el friso del claustro alto, el yugo y las
flechas, emblemas de los referidos monarcas
que adornan los edificios construidos
durante su reinado. Fascinante
patio y claustro, uno de los mejores ejemplos
del gótico tardío, entremezclando
elementos mudéjares y decoración plateresca,
el patio central está constituido por
dos pisos con columnas torneadas y en el
superior, ventanas caladas por tracerías de
gran densidad ornamental.

El Colegio de San Gregorio es uno de
los mejores ejemplos de la transición a la
modernidad de la arquitectura española de
finales del XV, su patio y su portada son
célebres por el refinamiento de su ornamentación,
la elegancia de las proporciones
y una ostensible iconografía del
poder al servicio de la nueva monarquía
de los Reyes Católicos. Destinado a la
enseñanza de la teología para frailes dominicos,
el Colegio alcanzó una notable
autoridad doctrinal en la España renacentista
y barroca; en la actualidad es sede
del museo nacional de escultura policromada,
ya que en los inicios del siglo XVI,
numerosos artistas de todas las nacionalidades
europeas instalaron aquí sus talleres.




El arte de labrar imágenes de
madera adquirió una calidad extraordinaria,
dejando su huella en las imágenes
de la mayoría de las iglesias de la capital.
Excelso museo donde se conservan
obras de delicadísimas hechuras, talladas
con exquisito primor por prestigiosos y
afamados artistas como: Alonso Berruguete
(retablos de San Benito y de la mejorada
de Olmedo) y Juan de Juni, el cual
dejó plasmado el movimiento de los
gestos y el dolor humano en su gran obra
del “Entierro de Cristo” (Santo Entierro)
labrado para la catedral de Segovia,
Santa Ana, San Antonio de Padua, María
Magdalena. Así como Gregorio Fernández,
también llamado Hernández, en
su “Piedad”, el Bautismo de Cristo, Cabeza
de San Pablo, Santa Teresa, Cristo
Yacente, San Bruno, etc.

Conserva asimismo notables muestras
pictóricas, como el retablo de San Jerónimo,
atribuido a Jorge Inglés, un Calvario
de Antonio Moro, la Magdalena de
Pedro de Mena, la Verónica de Pedro
Roldán, las estatuas orantes de los Lerma,
de Pompeo Leoni, y muchos más.
Después de estar embelesado recreándome
en todo cuanto aporta este museo
y tras saborear sobradamente las cualidades
artísticas de tan excelentes escultores,
decidí hacer un alto en el pasado.

Era esa hora del mediodía cuando el sol
alcanzaba su punto más álgido y sus
rayos se desplomaban verticalmente
sobre la ciudad, envolviéndola en un sofocante
y abrasador calor. El resto del día
transcurrió sumergido en conversaciones
siempre profundas y entrañables donde
las palabras acariciaban dulcemente los
sentimientos y se dejaba descubrir una
vez más el sentido de la amistad y el cariño
a través de los corazones.

José Manuel Pozo Indiano
Continuara








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