Cuida tu salud naturalmente.

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Conde Indiano

miércoles, 11 de junio de 2014

Valladolid “ El Sueño de un Viajero “ 1 . José Manuel Pozo Indiano





“Pucela, evocación fascinante y atractiva”

Dicen los que aman el flamenco
en su expresión más honda que, la
vida entera cabe en los versos de
una solea ¿sabéis porqué?, porque
la letra de esos versos a la que se
añade el sentimiento de los desgarros
de la voz trae recuerdos íntimos,
y recordar es volver a vivir,
al evocar damos nuevos impulsos
y fortalecemos el latir del alma de
todo aquello que sólo de algún
modo se fue. Sólo conociendo el
pasado se puede entender el presente.

La respuesta está en la historia.
Valladolid, el latir fascinante y
atractivo de una urbe situada en el
mismísimo corazón de la parda serenidad
de los campos de Castilla,

Valladolid, la ciudad que a través
de los siglos ha llegado a construirse
varias veces, soportando diversos
incendios, inundaciones y
epidemias. Conociendo su esplendor
la gloria de la corte y su decadencia.




Sin embargo, hoy me encuentro
ante una ciudad que es fruto de su
historia próxima y remota. Se ha
ignorado una parte importante de
su pasado, dando lugar a construcciones
desordenadas, sin respetar
un legado que se ha perdido definitivamente.

En su origen, Valladolid no pasaba
de ser más que una pequeña
aldea, ubicada en la confluencia de
los ríos Pisuerga y Esgueva, entre
dos villas fortificadas, Simancas y
Cabezón. No se puede precisar con
exactitud el momento de su nacimiento,
aunque se tiene la certeza
de que en el lugar en que se asentó
existió un Foro romano, aunque se
cree que el nombre que denomina
a la ciudad es árabe.





En el siglo XI, se produjo la colonización,
que trajo la repoblación
de estas tierras por el Conde Ansúrez,
en quien delegó Alfonso VI en
el año 1085 y en su honor permanece
triunfal la estatua que recuerda
a dicho Conde en el punto
cero de la ciudad, es decir la Plaza
Mayor, rodeada toda ella de soportales,
que más bien parecen sujetar
un pasado por el que sus gentes
pasan inadvertidas.

Tarde de sol y recuerdos mi primer
día en la capital de Castilla y
León. Mis ojos no paraban de buscar
con ansiedad en sus fachadas,
la historia de un pueblo que fue
sede en más de una ocasión de las
cortes castellanas. En esta ciudad
se casó el Rey don Pedro I “El Justiciero”
con doña Blanca, al igual
que también fue escenario del casamiento
de los Reyes Católicos,
durante cuyo reinado se produjo en
la ciudad un gran despegue artístico
y cultural. Aquí nació Juan II,
padre de Isabel la Católica y también
Felipe II que fue quien la
elevó al rango de ciudad y entre
1600 y 1606 Felipe III se trasladó
con su corte para de nuevo dar a
Pucela el merecido rango de capital
de España.



La mañana siguiente despertó
tranquilamente sobre sus rojos tejados
y sus fachadas oscuras. Me
dirigí a la calle de los Tintes, desde
donde se podía apreciar la grandeza
de su Catedral, sede del silencio
y campanada espiritual,
donde el Cristo que preside su
torre, observa impasible cualquier
punto de la ciudad. Construida por
Juan de Herrera, quedó sin finalizar,
al ser llamado para construir el
Escorial en el año 1595. Cabe destacar
de ella el retablo mayor,
construido en 1551 por Juan de
Juni. Su estructura es barroca. Detrás
y humildemente se dejaba entrever
la Iglesia de Santa María la
Antigua, cuya sobriedad deja
translucir su estilo gótico, exceptuando
la románica torre y parte
del claustro que pertenecen al siglo
XII.

Valladolid, tierra de historia y
arte, de Reyes y poetas. Encierra
en sus calles un aire callado y discreto
que parecen trazadas para un
Zorrilla con el alma cansada. Durante
el paseo matinal acudimos a
contemplar la Iglesia de las Angustias,
levantada por Juan de
Nantes en 1597 para la que Juan de
Juni talló la Virgen de los Cuchillos;
llamada hoy día como la iglesia
que la alberga.



Paseo plácido por los arcos del
Teatro Calderón, donde Juanita
Reina estrenaba siempre sus espectáculos;
dirigiéndome siempre
al centro de la ciudad, llegamos a
la Iglesia de San Benito, de excelente
factura arquitectónica. El asfalto
irradiaba el calor natural y
propio del verano en esta villa. Y
sin prisa, camino por una de las calles
más antiguas de la ciudad, San
Quirce, donde se podía contemplar
la antigua plaza de toros. Al frente
y majestuosamente, como esperando
mi ansiada visita, permanecía
la admirada Iglesia de San
Pablo, donde su estilo plateresco
en la fachada contrasta con el de su
interior. Fundada por María de
Molina en 1286 y reformada en el
siglo XX, su planta es de nave
única cubierta toda ella de bóvedas.
En su fachada intervino
Simón de Colonia.

José Manuel Pozo Indiano

Continuara




                                                               “ Para Ellos lo Mejor”
                                                      Royal Canin

               H.C.I

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