Antonio Pozo Indiano
El majadero de catálogo,
nostálgico de los días de instituto y asamblea, se solivianta de vez en cuando
porque en el recinto de la Universidad ( Sevilla) hay una capilla. Es una
reacción cíclica, propia de quien padece el brote de algún complejo, retazos de
envidia, y alberga en su interior la hojarasca indisimulada del odio. Este
majadero, en el fondo, no se soporta a sí mismo. Dice hablar en nombre de la
libertad, cuando él mismo es un sectario que trata de imponer su particular
concepto de libertad. Jamás he visto a nadie de la Hermandad de los Estudiantes
( de Sevilla ) protestar por manifestaciones laicistas, la organización de
debates críticos o de jornadas científicas sobre otras confesiones religiosas.
La presencia de la hermandad dentro de la Universidad es una prueba, precisamente,
de la libertad que marca y debe marcar siempre la institución académica. Su
presencia nunca es excluyente, sino enriquecedora. Jamás ha sido a costa de
nada ni de nade. Esa es la diferencia entre la hermandad que acaricia ya los
cien años de existencia y el majadero de turno, que ve a Franco sentado en un
velador, viajando en la Línea 1 del Metro y dándole de comer a las palomas de
parque. El majadero laicista ignora que el Servicio de Asistencia Religiosa
Universitaria de Sevilla (Sarus) fue promovido por el rector Javier Pérez Royo,
que precisamente no era simpatizante de Blas Piñar. Aquel rector sí quiso echar
a la hermandad de las dependencias que ocupa en el vestíbulo del Rectorado
alegando que necesitaba metros cuadrados suficientes para los sindicatos. La
antigua Fábrica de Tabacos está entre los cinco edificios civiles más grandes
de Europa. ¡Y tenía que expulsar a la cofradía! En aquella larga e intensa
porfía se topó con uno de los hermanos mayores más preparados de la historia
contemporánea de la Semana Santa, Juan Moya Sanabria, que le habló en su
despacho alto y clarito: "Si yo tengo que salir del Rectorado, nos
tendremos que ir los dos. Tú y yo". Moya Sanabria invitó a diversas
autoridades a la misa matutina de comunión general del Martes Santo. Por el
vestíbulo del Rectorado aparecieron, entre otros, los socialistas José
Rodríguez de la Borbolla y Manuel del Valle. El rector apareció esa mañana en
pantalones vaqueros y zapatillas deportivas. Cuando se percató de la presencia
de socialistas de nivel ante los pasos de la cofradía, optó por quedarse en la
misa y hasta quiso dejar su rúbrica en el libro de honor de la cofradía. Fue
entonces cuando Moya le entró en corto y por derecho: "¿Vas a ser capaz de
firmar en este libro cuando estás haciendo todo lo posible para echarnos?"
Al final, debió caerse de la jaca y promovió el Sarus. Pérez Royo, por cierto,
siempre rogaba al arzobispo Amigo que acudiera a los actos académicos. La clave
es convivir. Cada etapa tiene su afán y su botarate.
Pérez Royo ya quiso echar a la cofradía de la Universidad y
acabó promoviendo la fundación del Sarus.
DIARIO DE SEVILLA
21-5-2019
HEMEROTECA DEL CONDE YNDIANO DE BALLABRIGA
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