La Envidia en España
Antonio Pozo IndianoEl conde de Romanones reunía
tres condiciones indispensables para desatar la envidia: era rico, poderoso y
tenía un palacio de veraneo en San Sebastián.
Álvaro Figueroa
y Torres, alcalde de Madrid y tres veces presidente del Gobierno, no tenía biografía.
70 años después de su muerte, la publica Guillermo Gortázar.
El conde de Romanones reunía tres condiciones
indispensables para desatar la envidia: era rico, poderoso y tenía un palacio
de veraneo en San Sebastián. Tan rico que Valle-Inclán lo mencionó como paradigma del
millonario en sus Luces de bohemia.
Ya en su tiempo, Álvaro Figueroa y Torres fue
carne para el cañón de la ira de sus contrincantes. Y, en cierto modo, sigue
siéndolo hoy para los historiadores de izquierdas y derechas. Sólo así se explica que un alcalde de Madrid, notable
escritor y tres veces presidente del Gobierno no tuviera biografía publicada 70
años después de su muerte.
Ha puesto fin a la injusticia Guillermo Gortázar, doctor en Historia por la
Universidad Complutense de Madrid y columnista
de este periódico. El libro Romanones (Espasa, 2021) lleva por subtítulo La transición fallida a la democracia. Una frase con
la que hace referencia al periodo 1923-1936.
El eslogan, en términos historiográficos, podría
considerarse revolucionario. Porque no hace otra cosa que situar el origen de
la actual crisis política en los últimos años de Alfonso XIII y en la Segunda República. Dicho de
otro modo: Gortázar no ubica el ojo del huracán -como suele hacerse- en la
Guerra Civil y el franquismo. Esto último -indica en entrevista con EL ESPAÑOL-
"son consecuencias, y no causas".
"Ni los monárquicos reformistas
supieron confeccionar un régimen democrático que incluyera a la izquierda ni
los republicanos lograron instaurar un sistema que admitiera a la derecha", relata Gortázar.
El fuego de la
ambición
Antes de empezar, un poco de contexto: cuando nació
Romanones (1863), el viaje en diligencia de Madrid a San Sebastián duraba 56
horas. Cuando murió (1950), existían los vuelos intercontinentales.
Familia numerosa, tierras, vasto patrimonio… El conde
de Romanones podría haber sido un joven de chistera y carromato dedicado al
hedonismo, pero desde muy joven sintió en sus entrañas el fuego del poder. Quería
ser político y gobernar.
Por eso se convirtió en un político profesional, lo
que Javier Cercas llama un "político puro".
Para desgracia del Parlamento, los políticos de hoy
nacen y crecen en las juventudes de sus partidos. Las generalizaciones acarrean
injusticias, pero el retrato robot es el de jóvenes poco lectores, con más
ambición de poder que ideas; y con la gruesa obsesión de "vivir de la
política".
"Es verdad que, en la Restauración, muchos
políticos procedían de la aristocracia, pero también los había nacidos en las
clases populares. Estos últimos se hacían a sí mismos en la universidad. La oratoria era una exigencia para destacar. En la
tribuna, no se podía leer.
Romanones tenía los pies en la tierra. Fue abogado, muy lector, con un
doctorado en Italia. También administró su patrimonio y gestionó un importante
negocio minero", aduce Gortázar, que fue diputado del Partido Popular en
tiempo de Aznar.
El lamento de Pla
Al poco de proclamarse la República, Josep Pla publicó una crónica -incluida en el
libro- sobre la talla de los políticos. Se lamentaba de que Romanones, Cánovas, Vázquez de Mella y Sagasta hubieran
dejado paso a Azaña y compañía. ¡Menos mal
que Pla no se ha pasado esta legislatura por la Carrera de San Jerónimo!
-Romanones jamás ocultó su afán de poder. Lo dejó
incluso por escrito. Describe con detalle el lanzamiento de su carrera de
alcalde de Madrid como plataforma para obtener un ministerio. A los de ahora
también les quema esa ambición, pero socialmente está mal visto dejarla
entrever.
-Quizá porque no tienen un proyecto ni seguridad en sí
mismos. Romanones tenía ambas cosas y estaba orgulloso de defenderlas.
-Con su libro, pretende desmontar ese canon que venía
dibujando a Romanones como un "cacique corrupto".
-Abonaron
esa leyenda negra porque no pudieron con él. En la Restauración, Romanones
maniobraba muy bien entre el favor del Rey y las intrigas de los partidos.
Entonces, se le achacaba conseguir su influencia gracias a su posición
política. Pero después, en la República, con las elecciones libres, volvió a
ganar de calle en las urnas.
Gortázar reitera que su libro constituye una
"biografía clásica", es decir; el relato pormenorizado del devenir de
Romanones. Sin embargo, reconoce que las relaciones del político y su papel
predominante en los quehaceres del gobierno hacen de su trabajo el
"retrato de una época". Casi 700 páginas ilustradas con documentos y
fotografías. Un trabajo iniciado en 1987 y al que ha dedicado varias décadas:
bibliotecas, entrevistas, archivos…
Romanones,
en el sillón de alcalde de Madrid. Cedida
por el autor
La República
La de Romanones es una época esencial para comprender
el presente. Entre 1833 y 1936, España padeció cuatro
guerras civiles y numerosos golpes de Estado.
En ese contexto, Álvaro Figueroa encarnó el
liderazgo de las posturas liberales. Discípulo de Práxedes Mateo Sagasta, ya saben: el que se turnaba
con Cánovas para gobernar. El famoso turnismo.
-Despreciado por la izquierda, pero también por la
derecha.
-Fue un hombre muy querido por la gente, pero mal
comprendido por las élites. La izquierda no lo soportaba por motivos políticos,
pero la derecha tampoco. Se le atribuyó el papel de culpable en la pérdida del
trono por parte de Alfonso XIII.
Después, con el auge de las posturas antiliberales, ese repudio se acrecentó.
Romanones, como queda detallado en el libro, orquestó
la reunión de Alfonso XIII con Niceto Alcalá-Zamora -presidente
entrante de la República- que dio lugar al adiós de la monarquía. Ocurrió en
casa de Gregorio Marañón. El conde fue el encargado de pactar
una salida digna y, sobre todo, con garantías. La familia real no sufrió
persecución alguna en su marcha.
No se trata -es importante resaltarlo- de una
hagiografía. Gortázar recrimina a Romanones haber formado parte de ese grupo de
políticos que no se atrevió a proponer a Alfonso XIII la reforma de la
Constitución y la democratización de la monarquía. Cuando, en 1930, el monarca
admitió ejercer un mero papel de moderador, "ya era demasiado tarde".
-La polarización de entonces tiene su eco en el
presente.
-Esa transición a la democracia que fracasó entre 1923
y 1936 prosperó en 1978. Ahí sí se logró un sistema inclusivo. Al cabo de
cuarenta años, sorprendentemente, los nietos de los que perdieron la guerra han
desenterrado el hacha. No respetan la decisión de sus abuelos, que apostaron por
la paz pese a creer que no se les había hecho plena justicia.
Casi fusilado
Basta mirar al periodo 1923-1936 para pensar: "No
estamos tan mal". En aquella España daban golpes de Estado hasta los
liberales. ¡Incluso Romanones! El conde conspiró y financió la
"sanjuanada" de 1925, dirigida por el general Weyler y que pretendió derrocar la dictadura
de Primo de Rivera "izando la bandera de la
libertad".
"Se abrió la veda de los golpes, sí. Fue un
periodo muy desdichado, pero si uno repara en lo sufrido por Alemania o
Francia… ¡Dos guerras mundiales! Tendemos a pensar que lo de España fue muy
desgraciado, pero no nos tocó lo peor", razona Gortázar.
Romanones sufrió en carne propia las consecuencias de
una extremada polarización. En 1936, el golpe de Estado le pilló en San
Sebastián, al principio zona republicana. Fueron a buscarle para darle el
paseo, pero se había refugiado con su familia en el hotel María Cristina
-muchos de los allí escondidos morirían en los enfrentamientos del 23 de
julio-.
Gracias a la intercesión del embajador de Francia, se
desplazó hasta Fuenterrabía, muy cerca de la frontera. Pero lo encontraron y lo
encarcelaron. Entonces, intervino el gobierno del país vecino, con quien
Romanones mantenía una muy buena relación. Así se gestó su huida y salvación.
Franquismo
¿Y durante el franquismo? ¿Qué papel jugó Romanones?
Ni adhesión ni oposición, dice Gortázar en su libro. El conde, considerando que
su tiempo había pasado, se dedicó a la literatura y a la vida familiar. No
participó en ningún movimiento de resistencia al régimen, aunque poco a poco
iría apoyando intelectualmente la restauración monárquica a través de don Juan -padre de Juan
Carlos I-.
-Conde, rico y liberal… Lo tenía todo para fracasar.
-Eso forma parte de un pecado español muy extendido:
la envidia. Hay gente que ostenta un título nobiliario. Para muchas familias
esos títulos son como un apellido. Me parece bien que se haga uso de ellos.
¡Cómo no van a estar orgullosos de lo que han heredado! ¿Dónde está lo malo de
tener un antepasado destacado? No tienes el mérito de ello, pero es natural y
de bien nacidos reconocer a nuestros padres, abuelos, bisabuelos...
-¿Y lo de liberal?
-Es verdad que los partidos liberales, definidos
como tales, han estado cuarenta años en el invernadero. El liberalismo es la
defensa de la libertad y esa idea está distribuida en varios partidos: PP,
Ciudadanos y Vox. Incluso las formaciones socialdemócratas. No es justo decir
que el liberalismo carece de influencia política. Como decía Grossmann, la
libertad está en la naturaleza humana. Es mucho más atractivo ser libre que
siervo o esclavo.
Álvaro Figueroa y Torres, conde de Romanones, murió en
Madrid en 1950.
DIARIO EL
ESPAÑOL
8-2-2021
HEMEROTECA DEL CONDE YNDIANO DE BALLABRIGA
Mi Abuelo nos decía :La Berenjena
- Contiene Vitamina A, B1, B2, C,
ácido fólico, lo que ayuda a reforzar el sistema inmunológico y mejorar la
resistencia de enfermedades.
- Es rica en minerales como el
potasio, calcio, magnesio, hierro y fósforo, lo que ayuda a prevenir la
artritis, osteoporosis y enfermedades del corazón.
La berenjena es originaria de las
áreas de Asia tropical y subtropical. Fue cultivada por los antepasados en
India, Birmania y China; el primero y el último considerados como 2 centros de
origen, constatándose que en la India como en otras zonas del suroeste asiático
su cultivo es muy antiguo (800 a. C.) (Maroto, 2002). Hay referencias en el siglo
IX sobre diferentes tipos de berenjena producidos en Arabia. Sobre el año 1200
fue ya cultivada en Egipto, desde donde fue introducida en el interior de la
península Ibérica y Turquía para, posteriormente, expandirse alrededor del
Mediterráneo y el resto de Europa, entre los siglos XV y XVI. Inicialmente no
estaba muy difundido su consumo debido a su sabor característico y a que se la
confundió con la mandrágora (Maroto, 2002). Su nombre en castellano es
berenjena, en inglés aubergine, procedente del árabe albadinjan.
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